Las recomendaciones más vistas de junio del 2024

1. elecciones europeas, claves de redacción

Entre el 6 y el 9 de junio, los ciudadanos de la Unión Europea acudieron a las urnas para escoger a los nuevos miembros del Parlamento Europeo. Entre otras cuestiones, en esta recomendación, que ha sido la más vista del mes, recordamos que los Veintisiete se escribe con v mayúscula y que la construcción instituciones europeas va con minúsculas, ya que se trata de una denominación genérica y no de un nombre propio.

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2. ennuí enuí, adaptaciones válidas de ennui

El nombre de esta emoción, que mezcla la apatía, el desinterés y el aburrimiento, es un galicismo crudo que puede adaptarse en español como ennuí (pronunciando la doble ene) o enuí (con una sola ene), ambas con tilde por ser palabras agudas terminadas en vocal. Como explicamos en esta recomendación, también es posible emplear alternativas en español que, en ciertos contextos, pueden ser más transparentes, como aburrimiento o desgana, por ejemplo.

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3. alinea, no alínea

La tercera recomendación más leída del mes se centra en el verbo alinear. En las formas verbales en las que el acento recae en la raíz, la vocal tónica es la e, por lo que no es apropiado tildar la i: alineo alinean, no alíneo o alínean.

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¿Se deben escribir con mayúscula los días de la semana y los meses del año?

En el mundo de la escritura, hay una serie de reglas que a menudo pueden resultar confusas para los escritores, tanto para los experimentados como para los novatos. Una de estas reglas que a menudo causa confusión es el uso de las mayúsculas, específicamente en relación con los días de la semana y los meses del año. Entonces, ¿se deben escribir con mayúscula los días de la semana y los meses del año? La respuesta corta a esta pregunta es no, pero como con muchas reglas gramaticales, hay excepciones.

En español, generalmente los días de la semana y los meses del año se escriben con minúsculas, a menos que aparezcan al principio de una oración o en un título, donde la primera letra de cada palabra importante debe estar en mayúsculas. Esta regla se aplica tanto en el español de España como en el de América Latina. Por lo tanto, cuando se escribe, los días de la semana y los meses del año deben aparecer como “lunes”, “martes”, “julio”, “agosto” y así sucesivamente, a menos que sean la primera palabra de una oración o un título, en cuyo caso sería “Lunes”, “Martes”, “Julio”, “Agosto”, etc.

La razón principal de esta regla es que en español, los días de la semana y los meses del año se consideran nombres comunes, no propios. En general, los nombres propios (como los nombres de las personas, los lugares y las marcas) se escriben con mayúsculas, mientras que los nombres comunes (como los objetos, los animales y los conceptos) se escriben con minúsculas.

Sin embargo, existen excepciones a esta regla. Por ejemplo, los días de la semana y los meses del año deben escribirse con mayúsculas cuando forman parte de fechas históricas, festividades o eventos importantes, como “Viernes Santo”, “Primero de Mayo” o “Diciembre de 1991”. Además, en textos literarios o poéticos, los escritores pueden optar por usar mayúsculas para dar énfasis o crear un efecto estilístico.

En resumen, aunque la regla general es escribir los días de la semana y los meses del año con minúsculas, existen excepciones que permiten el uso de mayúsculas. Por lo tanto, es importante tener en cuenta el contexto y la intención del escritor al aplicar estas reglas. Como siempre, el mejor consejo es leer y escribir tanto como sea posible para familiarizarse con estas y otras reglas gramaticales.

¿Se debe usar ‘déjà vu’ en textos en español?

La lengua española, rica y diversa, posee una amplia gama de vocablos propios que permiten una comunicación fluida y completa. Sin embargo, en ocasiones, se recurre a palabras o frases de otros idiomas para expresar determinadas ideas o conceptos. Una de estas expresiones es ‘déjà vu’, de origen francés, cuya traducción literal sería ‘ya visto’. Pero, ¿es correcto y pertinente usar ‘déjà vu’ en textos en español?

En primer lugar, se debe mencionar que la Real Academia Española (RAE), la máxima autoridad en cuanto a la lengua española se refiere, no incluye el término ‘déjà vu’ en su diccionario. Esto puede interpretarse como un indicio de que su uso no es completamente aceptado. No obstante, también es cierto que la RAE incluye constantemente nuevas palabras y expresiones, muchas de ellas extranjerismos ya incorporados al español.

En el caso específico de ‘déjà vu’, su uso se ha popularizado para describir esa extraña sensación de haber vivido previamente una situación que en realidad es nueva. Aunque en español existen alternativas para expresar este fenómeno, como ‘impresión de haber vivido antes esta situación’ o simplemente ‘sensación de repetición’, la brevedad y precisión del término francés lo hacen atractivo para muchos hablantes.

Además, es importante considerar que el idioma está en constante evolución y cambio. El español, como cualquier lengua viva, se enriquece y se adapta a las necesidades de quienes lo hablan. En ese sentido, el uso de ‘déjà vu’ puede verse como una muestra de este dinamismo lingüístico.

Por otro lado, hay quienes argumentan que el uso de extranjerismos no adaptados, como ‘déjà vu’, puede contribuir al empobrecimiento del español, al favorecer el uso de términos foráneos en lugar de las alternativas locales. En su opinión, se debería promover en su lugar la utilización de vocablos y expresiones autóctonas.

En conclusión, la decisión de usar ‘déjà vu’ en textos en español puede depender de varios factores, como el contexto, el público objetivo y el estilo personal del escritor. Aunque no está oficialmente aceptado por la RAE, su uso es ampliamente entendido y aceptado por muchos hablantes. Sin embargo, también es válido y enriquecedor recurrir a las alternativas que ofrece el propio idioma español. Como en tantos otros aspectos del uso del lenguaje, la clave está en encontrar el equilibrio entre la tradición y la innovación, entre lo local y lo global.

¿Se puede utilizar el prefijo ‘in’ con cualquier adjetivo?

La lengua española es rica y compleja, y una de las formas en las que esto se manifiesta es a través del uso de prefijos. Los prefijos son morfemas que se añaden al inicio de una palabra para alterar su significado. Uno de los prefijos más comunes en español es ‘in’, que generalmente se utiliza para indicar la negación o la inversión del significado de la palabra a la que se añade. Pero, ¿se puede utilizar el prefijo ‘in’ con cualquier adjetivo? La respuesta es no, y a continuación, explicaremos por qué.

En primer lugar, no todos los adjetivos se prestan para recibir el prefijo ‘in’. Por ejemplo, los adjetivos que describen colores, tales como ‘azul’, ‘rojo’ o ‘verde’, no pueden ser precedidos por ‘in’. No decimos ‘inazul’ o ‘inrojo’, porque estos términos simplemente no existen en español. Además, hay adjetivos que, aunque podrían técnicamente recibir el prefijo ‘in’, raramente se usan de esa manera en el habla cotidiana. Un ejemplo sería ‘feliz’. Aunque ‘infeliz’ es una palabra que existe en español, es mucho más común usar ‘desgraciado’ o ‘desdichado’ para referirse a alguien que no es feliz.

Además, hay que tener en cuenta que el prefijo ‘in’ no siempre indica negación. En algunos casos, puede indicar dirección, como en ‘introducir’ o ‘incorporar’, o incluso puede intensificar el significado de la palabra a la que se añade, como en ‘inflamar’ o ‘inmortal’. Esto significa que incluso cuando un adjetivo puede recibir el prefijo ‘in’, el resultado puede no ser la negación del adjetivo original.

Por último, hay que recordar que el español es una lengua viva y en constante evolución. Esto significa que, aunque hay reglas y patrones que suelen seguirse, siempre hay excepciones y variaciones. Es posible que en el futuro se empiecen a utilizar formas con ‘in’ que hoy en día nos parecerían extrañas o incorrectas.

En conclusión, el prefijo ‘in’ es un recurso muy útil en español para modificar el significado de las palabras. Sin embargo, su uso no es universal y no puede ser añadido a cualquier adjetivo. Su uso correcto requiere un buen conocimiento de la lengua y una comprensión de las sutilezas del prefijo y de la palabra a la que se añade. Así que, antes de añadir ‘in’ a un adjetivo, asegúrate de que el resultado es una palabra que existe y tiene el significado que pretendes transmitir.

La expresión “en tiempo real”: ¿podría ser “sincrónico” una mejor opción?

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En el mundo de la tecnología y la digitalización, nos encontramos con un sinfín de términos y expresiones que, aunque parecen sencillas, pueden generar cierta confusión. Uno de estos términos es “en tiempo real”, una expresión que ha sido importada del inglés y que, a pesar de su extendido uso en español, puede no ser la traducción más precisa.

Se utiliza la expresión “en tiempo real” para referirse a la transmisión de datos que se realiza de manera instantánea, sin retrasos perceptibles. Sin embargo, considerando las peculiaridades del español, ¿no sería más conveniente utilizar la palabra ‘sincrónico’?

Sincrónico es un término que proviene del griego “syn” (con, junto) y “chronos” (tiempo) y se refiere a algo que sucede al mismo tiempo que otro suceso. En el contexto de la tecnología, los procesos sincrónicos son aquellos que ocurren en tiempo real, por lo que, desde un punto de vista lingüístico, podríamos considerar ‘sincrónico’ como una alternativa más precisa y acorde con nuestra lengua.

Por lo tanto, por ejemplo, en lugar de decir “transcriptor de voz en tiempo real”, sería más apropiado decir “transcriptor sincrónico de habla”.

Sin embargo, es importante aclarar que, aunque ‘sincrónico’ puede ser una alternativa más adecuada desde el punto de vista lingüístico, la utilización de “en tiempo real” no es incorrecta. La Real Academia Española (RAE) acepta este término y su uso es ampliamente aceptado en la comunidad hispanohablante.

En conclusión, aunque la expresión “en tiempo real” se ha integrado en nuestro idioma, es interesante explorar alternativas como ‘sincrónico’ que, aunque menos utilizadas, pueden ser más precisas y coherentes con las raíces de nuestro idioma. Como siempre, es crucial recordar la importancia de adaptar el lenguaje a nuestro contexto y público objetivo, optando por términos que faciliten la comprensión y la comunicación efectiva.

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